Cuando el Buda hubo alcanzado la iluminación,
Mara procuró tentarle una vez más, diciendo:
«¡Abandona ahora, Señor, esta existencia! ¡Que el Bendito muera ahora!
¡Ahora es el momento para que el Bienaventurado abandone la existencia!»
El Buda contestó de este modo:
No abandonaré esta existencia, Mara,
hasta tanto los hermanos y hermanas de la orden,
así como los seguidores laicos, sean verdaderos discípulos,
sabios y bien aleccionados, listos y diestros, versados en las enseñanzas,
prestos a cumplir los deberes mayores y menores,
correctos en sus vidas, siguiendo y observando los preceptos;
hasta tanto ellos, una vez confesada la doctrina,
puedan repetirla a los demás, predicarla, hacerla entender,
establecerla, abrirla, explicarla minuciosamente, y aclararla;
hasta tanto ellos, cuando otros proclamen doctrinas falsas ,
puedan refutarlas y vencerlas con certidumbre,
y así puedan compartir esta verdad maravillosa ampliamente.
No he de abandonar esta existencia
hasta que el Dharma puro en su plenitud
sea exitoso, próspero, extendido, y respetado
—hasta tanto, en fin, que se haya proclamado bien.
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Un saludo