No hay peor aflicción que el odio,
ni práctica espiritual superior a la paciencia.
Por tanto, debemos cultivar la paciencia,
por diversos métodos, con gran esfuerzo.
[…]
Nuestra mente no descansará en paz,
ni podrá disfrutar del placer y el deleite,
ni dormirá tranquila, ni sentirá seguridad,
mientras el dardo del odio lastime el corazón.
—Shantideva, Bodhicharyavatara